
La pandemia quiebra a los juveniles del fútbol peruano
El sueño de convertirse en un futbolista profesional de cientos de niños y adolescentes en el país está en riesgo luego de 19 meses de para por la COVID-19.

El fútbol de menores federado en el Perú está paralizado desde hace casi 600 días, desde la primera cuarentena en marzo de 2020 por la pandemia de la COVID-19. El julio pasado, el técnico de la selección mayor, Ricardo Gareca, dijo en una conferencia de prensa que era “vital para el fútbol peruano” reiniciar la actividad del fútbol formativo y del deporte en general. Ni siquiera el llamado de una persona de su prestigio en el deporte peruano dio un giro a la situación. Poco se ha avanzado desde entonces.
En junio de este año, ocho países de Sudamérica ya habían reiniciado parcial o totalmente la actividad de sus campeonatos formativos y Paraguay tenía programado hacerlo en julio. Solo en el Perú, el horizonte era septiembre y solo con el reinicio del torneo Sub 18.
"Dentro del campo de juego el contagio es mínimo y prácticamente no existe", dice el doctor César Kalazich, especialista en medicina del deporte y jefe de la Comisión Médica de la ANFP en Chile.
A fines de 2019, en el Perú había 40 mil jugadores federados entre 13 y 18 años, según la Federación Peruana de Fútbol. Los que al inicio de la pandemia tenía 15 años, hoy deberían estar dando el salto al plantel profesional de su equipo. Los que han tenido recursos y apoyo familia, han podido enfrentar la larga paralización con entrenamiento individual. Son los menos. La mayoría de jugadores en formación vienen de familias de bajos ingresos y para muchos la pandemia truncó sus aspiraciones de ser profesionales.
"Algunos chicos han podido costear un entrenador particular o han salido salir a trotar, pero esto no significa que estén aptos para volver al fútbol de inmediato. En otros casos, la pandemia golpeó tanto la economía de sus casas que los chicos han tenido que olvidarse del fútbol y ponerse a trabajar. No tenemos a la mano una estadística de cuántos son, pero conozco muchos casos", explica Alberto Beingolea, técnico de las divisiones menores del club Sporting Cristal.
Fuente: CFS - Canteras del Fútbol Sudamericano / Información al 22 de julio de 2021.
Con o sin entrenamiento, con profesor particular o corriendo alrededor de un parque, si con suerte viven en un barrio con pistas y veredas, 16 meses sin entrenar en las condiciones adecuadas tiene un costo. Alfredo Bernal, jefe del Área de Preparación Física de Fútbol Formativo en Club de Regatas Lima, calcula que serán necesarios entre cuatro y cinco meses de entrenamiento antes de empezar a competir. "El entrenamiento individual puede ayudar a mantener el peso, ganar musculatura o mantener niveles de fuerza, pero sirve de poco pensando en el juego", dice.
Hoy los jugadores juveniles son un año y medio más viejos que cuando empezó la cuarentena. En ese tiempo de para absoluta de los entrenamientos en el Perú, han sido impedidos de desarrollar competencias esenciales para sus carreras. En el caso de los más chicos, ha sido una etapa en la que debieron trabajar fundamentos como patear con ambas piernas o posiciones en defensa y ataque. Los adolescentes, en cambio, han perdido meses de competencia que debió permitirles alcanzar el nivel para jugar profesionalmente.
"Hay información que han perdido y ya no podrán recuperar”, dice Beingolea. “No es lo mismo trabajar con un niño de 12, que está en plena formación, que con uno de 15 años. A esa edad ya no se les enseña a definir. Se va a intentar compensar ese tiempo perdido, pero ahora todo deberá ser más apresurado. Mientras más nos demoremos, será más notorio en el fútbol profesional y en la selección".
La emergencia sanitaria ha devastado al Perú, que hasta ahora ha registrado más de 200 mil muertes por la enfermedad y más de 2 millones de casos, según el último reporte del Ministerio de Salud. El país está en la cima de la lista de las naciones con más muerte per capita del mundo, según data de la Universidad John Hopkins.
"No hay forma de estar fuera del campo tanto tiempo y mantener las condiciones futbolísticas. El roce con pelota y con cancha es fundamental y ahora los chicos son un año y medio más viejos". Alberto Beingolea, técnico divisiones menores de Sporting Cristal.
A pesar de este escenario de horror, en algunas decisiones gubernamentales parece haber tenido más pesado aspecto económico que sanitarios: en marzo de 2021, el Gobierno se autorizó la reapertura de casinos, pero se mantuvo la restricción contra la práctica de deportes federados en espacios abiertos.
La evidencia, sin embargo, demuestra que los entrenamiento y partido al aire libre, el riesgo de contagiarse es mínimo. Esa fue la conclusión de un estudio realizado por el doctor César Kalazich, especialista en medicina del deporte y jefe de la Comisión Médica de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) en Chile, y presentado en febrero de este año en el I Conversatorio sobre Fútbol Formativo en épocas de COVID-19.
"Dentro del campo de juego el contagio es mínimo. Es afuera de la cancha donde se producen los problemas. Sin embargo, con el control del transporte, las concentraciones individuales y los protocolos propuestos en base a la evidencia hemos conseguido que el fútbol profesional de Chile tenga una de las tasas de contagios más bajas del continente. En el fútbol formativo también hemos tenido muy pocos contagios", dijo Kalazich.
En la Bundesliga, torneo de primera división de Alemania, el promedio de lesiones subió de 0,27 por encuentro antes del confinamiento a 0,58 por encuentro una vez que retornaron (hasta la 8va fecha post cuarentena). En el mismo período se percibió una leve disminución en la cantidad de sprints y en las distancias recorridas, por lo que estas lesiones se produjeron a intensidades más bajas. Hubo un comportamiento similar las ligas profesionales de España e Inglaterra.
En España, la actividad de los torneos formativos solo se detuvo alrededor de siete meses, entre marzo y octubre de 2020. Para la nueva temporada, ya existían protocolos y etapas. Primero se comenzó con entrenamientos individuales. Cada jugador debía llegar al club uniformado y son su propia botella de agua. En una segunda etapa, se formaron diferentes grupos de entrenamiento con seis chicos cada uno y luego ya con todo el grupo. Y siempre todos con mascarilla.
"Hubo casos de COVID, pese a todos los cuidados que estableció, pero muy pocos y ninguno por el entrenamiento o partidos, sino por otras actividades como el colegio o por la familia. No se han visto casos de contagios masivos en los clubes, aunque también había protocolos establecidos si se daba el caso", explica André Pareja, entrenador peruano de la categoría Infantil (12 y 13 años) y segundo entrenador del Benjamín (8 y 9 años) del club Rayo Vallecano.
Juan More Bayona, doctor en Inmunología comparada por la Universidad de Alberta en Canadá, explica que los deportistas están en un mejor estado de salud que el promedio de la población, precisamente por el entrenamiento y la capacidad física.
"El riesgo de contagio de un deportista es bajo y se reduce aún más conforme la edad va bajando. Cualquier persona puede infectar, pero es diferente la gravedad según la edad y los deportistas tienen un menor riesgo. Ahora que se conoce más sobre el virus, pienso que se ha podido retomar la actividad juvenil antes porque es el aire libre e igual se trabajan en protocolos", explica.
Aún si el entrenamiento pude remontar los problemas físicos propios de un año y medio de inactividad, hay una dimensión que requiere un trabajo especializado que no tiene que ver con lo que ocurre en la cancha. Muchos niños y adolescentes han sido quebrados psicológicamente por la incertidumbre de su futuro, ese futuro al que el fútbol dotaba de mínimas certezas antes de la pandemia. Ahora todo ha cambiado.
"Quizás no se vea ahora con claridad, pero cuando estos chicos peruanos empiecen a competir con jugadores de otros lugares donde no hubo una para tan amplia, las diferencias que de por sí ya eran grandes, se van a notar aún más". André Pareja, técnico de las divisiones menores del Rayo Vallecano de España.
Esta situación ha sido descrita por el psicólogo deportivo argentino Marcelo Roffé como la “pandemia emocional de los futbolistas”.
"Los deportistas no se escapan de ser chicos comunes y corrientes, y la pandemia también los está afectando, sobre todo por el tema de las cuarentenas. La cuarentena terminó aislando a los chicos del mundo real. Muchos viven en departamento u casa muy pequeñas y eso disparó en muchas crisis de ansiedad y ataques de pánico, si hablamos de aspectos clínicos”, explica Franco Ascenzo, psicólogo de menores de Cristal.
El especialista cuenta que muchos chicos han expresado miedo de volver a actividades conjuntas con sus compañeros, estaban rígidos, tensos y hasta demoraron en volver a sonreír en los entrenamientos, que son manifestaciones de una afectación en su salud mental, luego de tanto tiempo de encierro, incertidumbre y miedo ante un enemigo invisible.
En la Primera División en el Perú juega 18 equipos. En la Segunda participan 12. La Copa Perú es considerado el torneo profesional más grande del mundo y solo en su etapa nacional, luego de pasar la fase distrital, provincial y departamental, pueden llegar a participar hasta 50 equipos, como ocurrió en 2019. Así de basto es el torneo peruano. Actualmente, la Copa Generación Sub-18, el único torneo juvenil en actividad en el Perú, se disputa apenas con 12 equipos.
“En el Perú se ha perdido un año y medio de entrenamiento, y eventualmente se harán notorias las consecuencias”, explica André Pareja. “Hoy no se ve con claridad, pero cuando estos chicos empiecen a competir con jugadores de otros lugares donde no hubo una para tan larga, las diferencias (que ya eran amplias antes de la pandemia) se notarán aún más".
Asesores del gobierno del Reino Unido publicaron un informe el pasado 15 de julio explicando que la evidencia indica que los niños y jóvenes sanos tienen un riesgo muy bajo de COVID-19, y cuando se observan síntomas generalmente son leves. Un estudio preliminar del hospital Vall d’Hebron de Barcelona (España), publicado en agosto de 2020 en la Revista de Pediatría de Atención Primaria, encontró que la transmisión del SARS-CoV-2 de los menores de edad con COVID-19 a los adultos con quienes conviven es baja.