¿Cuál es la mejor vacuna contra la COVID-19? La que llega primero
Los expertos explican en que, por protección individual y colectiva, lo más sensato es ponerse la vacuna que a cada uno le toque cuanto antes.
Hablar sobre qué vacuna COVID-19 es mejor a partir de la eficacia que tiene es un error. Pfizer-BioNtech y Moderna alcanzaron 95% y 94%, respectivamente, y detrás le siguen otras como la rusa Sputnik V con 92%, Sinopharm con 79% o AstraZeneca con 70%. Sin embargo, llegado el momento, no podremos elegir cuál aplicarnos, aunque para nuestra tranquilidad todos los resultados son alentadores. ¿La razón? La OMS apenas exige un 50% de eficacia. Otra cosa: para terminar con la pandemia debemos pensar en que la estrategia no es individual, sino colectiva.
Como dice el epidemiólogo Carlos Álvarez no hay una mejor que otra. “La mejor vacuna es la que llegue antes a mi brazo”, explicó citado en un informe del diario El País.
"Lo que ocurre es que la gente está acostumbrada a que cuando va a comprarse algo normalmente quiere lo mejor: por ejemplo, un móvil con una pantalla media pulgada más grande o una batería que dure un poco más. Sin embargo, con esto de las vacunas no funciona así". José Jiménez, investigador del Departamento de Enfermedades Infecciosas del King’s College de Londres.
La prioridad en este momento es ir extendiendo la vacunación tan deprisa como sea posible para cerrar el paso al virus. Cuanto más pueda moverse, más oportunidades tiene de mutar y escapar a la inmunidad de las vacunas.
"El objetivo no es proteger a una persona, es proteger a un grupo grande de tal manera que el virus tenga menos oportunidad de encontrarse con una persona que no está protegida y deje de replicarse. Eso es la inmunidad del rabaño. Necesitamos que entre el 70 y 90% de las personas esten vacunadas. Por eso, todos deben ponerse la vacuna que esté disponible, sin importar cuál sea", explicó a este medio Ernesto Gozzer, médico salubrista y profesor de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
¿Qué es la eficacia de una vacuna? Sea cual sea el riesgo de una persona, se reduce en un alto porcentaje si se vacuna. Si pensamos en 100 personas con la COVID-19, una eficacia del 90% significa que de haber sido inmunizados, solo 10 hubieran caído enfermas, aunque muy probablemente no de gravedad.
"El objetivo no es proteger a una persona, es proteger a un grupo grande de tal manera que el virus tenga menos oportunidad de encontrarse con una persona que no está protegida y deje de replicarse. Eso es la inmunidad del rabaño". Ernesto Gozzer, médico salubrista y profesor de la Universidad Peruana Cayetano Heredia
En todo caso, hay muchos factores que evaluar una vacuna más allá de la eficacia. Por ejemplo, es mejor que una vacuna se mantenga a temperatura ambiente que ultracongelada o que prevenga la infección de cualquier tipo a que solo evite los síntomas. También es mejor que requiera solo de una inyección a dos o que esté probada en todas las edades en vez de solo en ciertos grupos. Sin embargo, actualmente ninguna vacuna cumple con todos estos factores. Cada una tiene sus pros y sus contras, pero coinciden en lo más importante: son seguras y eficaces para prevenir formas graves de la enfermedad y los fallecimientos.
"Lo que ocurre es que la gente está acostumbrada a que cuando va a comprarse algo normalmente quiere lo mejor: por ejemplo, un móvil con una pantalla media pulgada más grande o una batería que dure un poco más. Sin embargo, con esto de las vacunas no funciona así; entre otras razones, porque no hay vacunas suficientes para todos”, agregó en el informe de El País José Jiménez, investigador del Departamento de Enfermedades Infecciosas del King’s College de Londres.
Los expertos dicen en que en el futuro una vacuna podría demostrar ser mucho mejor que todas las demás e incluso podría no haber escasez, sin embargo, hoy no es así. Hoy, en conjunto, todas son nuestra mejor arma para terminar con la pandemia.