Hay un claro concenso entre las autoridades sanitararias a nivel mundial, así como en la comunidad médica y científica de que hasta el momento ningún ensayo clínico correctamente diseñado ha sido capaz de verificar la eficacia de la ivermectina contra la COVID-19. Aún así, el uso de este medicamento -aprobado para desparasitar animales y matar piojos- se ha incrementado masivamente con la falsa idea de que puede prevenir o curar la enfermedad.
Utilizarlo mal puede traer efectos secundarios, intoxicaciones y desenlaces lamentables en lo pacientes, pero ahora también surge la posibilidad de que el uso masivo de este fármaco tenga efectos sobre el medio ambiente contaminando el agua y los alimentos que ingerimos.
"La ivermectina puede acumularse en plantas, los sedimentos, las algas, incluso ha llegado a los peces, y ya entra en la cadena alimenticia". Oscar Aguinaga, investigador principal del proyecto
"La ivermectina cuando se elimina del organismo tiene esa capacidad. Es un antiparasitario, y cuando su residuo llega al medio ambiente a través de las heces y la orina -de animal o ser humano- todavía tiene esa acción, entonces empieza a matar organismos que no debería. Puede acumularse en plantas, los sedimentos, las algas, incluso ha llegado a los peces, y ya entra en la cadena alimenticia", explicó Oscar Aguinaga, investigador principal del proyecto que lleva a cabo la Facultad de Ingeniería Ambiental de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), financiado por la National Geographic Society.
Esto quiere decir la ivermectina llegaría al ser humano otra vez, aunque de momento no se sabe que daños podría ocasionar. "Es algo que nos debería importar. Es probable que en varios lugares del país haya niveles preocupantes de ivermectina en el ambiente, lo cual estaría contaminando la vida silvestre, incluyendo recursos naturales que nos brindan agua y alimentos”, agregó a El Comercio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha indicado que hasta ahora ningún medicamento ha demostrado prevenir o curar la COVID-19.
Aguinaga aseguró que también está ocurriendo lo mismo con otros medicamentos, como ciertos antibióticos. "Hay datos de gente que se enferma y tiene una fuerte correlación con la liberación de medicamentos al medio ambiente. Estoy seguro que si hacemos un análisis en el agua que consume la gente, debe haber residuos de antibióticos, de medicamentos, sobre todo en lugares donde no hay un ingreso de agua limpia o no hay alcantarillado".
El estudio sobre el impacto de la ivermectina se desarrollará durante este año y empezará con una encuesta para determinar en qué zonas de Lima la gente consume más ivermectina para tomar muestras en el agua y medir la concentración del fármaco. Luego se extendenría a otras regiones del país.