Sigue estos tips para evitar comer sin control
Las emociones pueden llevar a algunas personas a comer compulsivamente para buscar alivio. Los expertos dan algunas recomendaciones.
Pongamos un ejemplo: una persona se siente emocionalmente vulnerable por un conflicto laboral, familiar o de pareja. Siente frustración y pone el foco en algo externo, pero no se le ocurre ir a correr o a nadar, sino ir a comprar chocolate, helado o más... mucho más. ¿Te ha pasado? Seguro que sí. Es más común de lo que crees comer sin control o sin hambre real cuando las emociones están involucradas, así como buscar alivio al estrés y la ansiedad a través de la comida. Comer siempre es un placer, pero ¿podemos controlarlo?
1. Identifica si es un problema
La psicóloga Katherin León Olórtegui explica a El Comercio que lo primero que se debe hacer es diferenciar un trastorno de un episodio. “Se tiene que evaluar la frecuencia, la permanencia e intensidad. Lo primero es una condición de la persona ya sea genético o a raíz de un suceso que desencadeno ello, mientras que el episodio se da debido a un suceso en específico que pasado un tiempo corto se va y la persona vuelve al equilibrio”, indica.
"El hambre emocional aparece derrepente y no nos va a pedir 1 kg de brócoli, sino 5 donuts probablemente y luego se siente culpa o insatisfacción".Grecia de Jesús, psicóloga de Sanitas Blua de España.
2. Las situaciones desencadenantes
Otro punto importante es identificar las situaciones desencadenantes, como por ejemplo el aburrimiento, la soledad, el estrés por la carga laboral, la ansiedad por alguna situación específica, la tristeza por el fin de una relación, el enfado, la depresión o la baja autoestima. Cualquiera de estos motivos podría traer a la escena lo que los expertos llaman el hambre emocional.
“El hambre emocional está vinculada a una sensación de vacío urgente y muy incómodo que debe llenarse con comida para sanarse. Es importante aprender a diferenciar el hambre real o fisiológico del hambre emocional”, comenta Claudia Tassara, psicoterapeuta y neuroeducadora.
3. Prestar atención
Para diferenciar el hambre real del hambre emocional debemos prestar atención. "El emocional aparece de repente, al contrario que el hambre real, que aparece de forma paulatina. No nos va a pedir 1 kg de brócoli, sino 5 donuts probablemente. Con el hambre emocional tenemos antojos por un alimento concreto. Con el hambre real te sientes bien cuando terminas de comer, en cambio con el hambre emocional sientes culpa, vergüenza e insatisfacción", explica Grecia de Jesús, psicóloga de Sanitas Blua de España.
"Lo que nos hace falta puede ser compensado por muchas cosas. Un deportista puede trotar, un fumador requiere un cigarrillo, la comida también es mecanismo para llenar ese vacío, pero no debemos olvidar que vivimos en un mundo en el que el sobre peso es un problema importante".Dr. Andrés Acosta, cirujano gastrointestinal de la Clínica Mayo
4. Limpia tu alacena
La doctora Marisa Azaret, Directora Clínica de la División de Psicología del Nicklaus Children’s Hospital en Miami, da algunos consejos en un informe de la CNN para controlar nuestra forma de comer frente a las emociones.
"Podemos escribir un diario, ¡sí, un diario!. Ahí escribimos la hora, lo que comimos y, lo más importantte, lo que estamos sintiendo. Esto nos da una idea de los patrones que tenemos en nuestra vida. En segundo lugar debemos dar un paseo por la alacena e identificar los alimentos que no nos ayudan y debemos descartar. Tercero, debemos darle importancia a esos sentimientos y atacarlos y buscar ayuda si la necesitamos. Un buen estilo de vida siempre nos va a ayudar".
En conclusión, está bien comer, pero es importante elegir bien y controlar la cantidad y la calidad. Al mismo, podemos agregar otras actividades a nuestro día a día, como el deporte, algo que ayuda a mantener el equilibrio mental y físico. Ocupar nuestro tiempo también puede ser muy eficiciente para combatir esas emociones adversas, así como prestar atención al cuidado personal y nuestras horas de sueño.