A diferencia de los coronavirus, los virus de la influenza mutan a una gran velocidad y aún no se han podido fabricar una vacuna altamente efectiva. Por eso, es necesario recibir anualmente una dosis para estar realmente protegido contra la gripe. En medio de la pandemia de la COVID-19, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos advierten que estar al día en la dosis contra la influenza es más importante que nunca.
Una de las principales razones, señalan, es que estar protegido contra la influenza aliviará la carga en los centros de salud. "Las vacunas contra la influenza no previenen el COVID-19, pero reducirán la carga de casos, hospitalizaciones y muertes a causa de la influenza en el sistema de atención médica y ayudarán a preservar los escasos recursos médicos para atender a las personas con COVID-19", explican en su página web.
"Las vacunas contra la influenza no previenen el COVID-19, pero reducirán la carga de casos, hospitalizaciones y muertes a causa de la influenza en el sistema de atención médica", dicen los CDC.
Según la Organización Mundial de la Salud, en 2017 murieron por la influenza entre 290 mil y 650 mil personas en el mundo. La vacuna reducen el riesgo de hospitalización en toda la población y es especialmente importante para personas con afecciones de salud crónicas, así como mujeres embarazadas y niños, quienes sufren un riesgo alto de mortalidad en caso de no estar protegidos.
Posible disminución de mortalidad COVID-19
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) dice que la vacuna contra la influenza no protege contra la COVID-19, pero que hay estudios que sugieren que pacientes que se vacunaron contra la influenza pueden tener menos riesgo de morir que los pacientes que no se vacunaron contra ella.
Un estudio publicado en American Journal of Infection Control en febrero de 2021 encontró que hubo una reducción de mortalidad por COVID-19 entre los vacunados contra la influenza. Sin embargo, no definió una asociación clara.
Dentro de las explicaciones, los investigadores consideran el impacto del llamado efecto usuario sano: Esto quiere decir que la reducción del riesgo en los pacientes que reciben la vacuna antigripal puede ser independiente de la protección contra el virus de la influenza, y que la razón está en el sesgo del paciente que suele recibir terapias preventivas, que simplemente es más sano. El informe también indica que otra explicación plausible es que los efectos protectores aparentes de la vacuna contra la influenza contra COVID-19 se deben a un proceso llamado inmunidad entrenada. Gracias a la aplicación de distintas vacunas en el pasado, el sistema inmune estaría mejor preparado contra algunas agresiones nuevas. Por eso se cree los niños no son tan afectados por la COVID-19, ya que recientemente pasaron por todo el calendario vacunal infantil.
De momento, se necesitan más estudios para comprender cualquier papel potencial de la inmunidad entrenada con la vacuna contra la influenza y la infección por COVID-19, mencionan los investigadores.











