Farmacias: el primer punto de contacto con la salud de millones de peruanos 

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En un sistema de salud marcado por la alta demanda y la limitada capacidad de respuesta, las farmacias se han consolidado como espacios clave para la población. 

En el Perú, donde los centros de salud y hospitales enfrentan saturación constante, las farmacias se han convertido en una vía inmediata y accesible para que la población consulte por molestias leves. Desde un resfrío hasta alergias, dolores de cabeza o pequeñas lesiones, miles de personas recurren a diario a su farmacéutico de confianza buscando una primera orientación.  

Precisamente, según datos recogidos de la más reciente edición de CADE Ejecutivos 2025, el 19,2% de la población acude primero a farmacias o boticas ante la falta de acceso a atención primaria. Una tendencia que refleja el papel de estos establecimientos como puerta de entrada al sistema sanitario, aliviando la carga de centros de salud y hospitales. 

Profesionales clave frente a la automedicación 

El químico farmacéutico es una pieza fundamental en la cadena de atención. Con formación especializada y actualización periódica -requisito de su profesión, está preparado para orientar al paciente sobre el uso correcto de medicamentos de venta libre, las medidas de autocuidado recomendadas y, sobre todo, los signos de alarma que requieren derivación y evaluación médica urgente. 

Su papel es particularmente relevante en un contexto donde la automedicación sigue profundamente arraigada. Un análisis publicado a inicios de 2025 en Journal of Public Health Research reveló que cerca del 68% de los peruanos tomó medicamentos sin prescripción durante el último año, siendo los antiinflamatorios los más recurrentes. 

El riesgo más preocupante de esta práctica es el uso inadecuado de antibióticos, que alimenta la resistencia bacteriana, uno de los mayores desafíos globales de salud pública. Aunque la normativa peruana exige receta médica para su dispensación, la fiscalización es todavía un gran reto. En este escenario, las farmacias se convierten en la última barrera para evitar su venta irregular y para educar y concientizar al ciudadano sobre los peligros de consumir fármacos sin supervisión médica. 

Un sector que opera bajo protocolos estrictos 

Las farmacias peruanas formales cumplen protocolos rigurosos. La presencia obligatoria de un químico farmacéutico garantiza la correcta conservación de los medicamentos, incluidas cadenas de frío necesarias para productos biológicos. 

Además, se supervisan fechas de vencimiento, registros sanitarios y procedencia. Este control es crucial para combatir la falsificación y circulación de fármacos de origen dudoso, un problema que afecta a diversos países de la región. 

Sin embargo, pese a operar bajo esta serie de medidas, una nueva normativa del Ministerio de Salud ha levantado la preocupación del sector. 

Restricciones, normas y un debate necesario: ¿dónde está realmente el problema? 

La reciente Resolución Ministerial N° 734-2025 actualiza la lista de productos y servicios que farmacias y boticas no pueden comercializar. Entre las prohibiciones figuran alimentos (con excepciones), ropa no hospitalaria, pinturas, medicamentos veterinarios, combustibles, plantas ornamentales, cigarros, vapeadores, además de servicios como análisis clínicos o cabinas de internet. 

En esa línea, varias de estas restricciones han sido calificadas como desproporcionadas o desconectadas de la realidad por parte del gremio.  Tal como señaló recientemente Elvis Chucco, representante de los asociados de farmacias (Farmaniacos) para ATV+ Noticias, “una farmacia no puede vender gasolina (…) no puedes vender animales vivos o muertos (…) Si solamente se quedara ahí no pasaría del chiste, pero lo cierto es que hay una serie de prohibiciones que sí afectan no solamente la economía de las farmacias sino la calidad de vida de las personas”. Esto, en relación con prendas o insumos hospitalarios de uso inmediato, como batas o sandalias, que muchos pacientes necesitan de emergencia para procedimientos o internamientos. 

De igual manera, Chucco recordó que “existe un organismo regulador (…) que tiene que trabajar en solucionar un problema que es real y el problema real es la informalidad”. Según estimaciones existe entre 30% y 35% de boticas informales, que no cuentan con permisos vigentes o venden productos prohibidos. “Esta norma no beneficia a nadie (…) Se ha pensado con un criterio poco estudiado” y enfatizó en que “el verdadero problema es la falta de control”, no la actividad regulada de los establecimientos que son formales. 

Combatir la informalidad, no aumentar barreras 

A la luz de este debate, resulta evidente que el foco regulatorio debe orientarse a enfrentar la informalidad, donde sí existe un riesgo real para la salud pública. Farmacias y boticas formales, por el contrario, podrían convertirse en una palanca estratégica para fortalecer la atención primaria, descongestionar los servicios y mejorar el acceso inmediato a orientación profesional. Al respecto, Chucco explicó que “el farmacéutico, en su práctica, hay un procedimiento que se llama anamnesis farmacéutica, que a veces uno como paciente, como cliente, no lo nota. Él te va a preguntar: ¿qué te duele? ¿cuánto te duele? ¿qué estás tomando? ¿eres alérgico? Y con eso te dice te recomiendo tal producto o te dice vaya a atenderse al médico de inmediato, porque para eso es que está preparado (…) Como centro de atención primaria no es una mala idea”. 

Referentes a seguir 

Por otro lado, experiencias internacionales muestran que la farmacia comunitaria puede desempeñar funciones amplias como: apoyo en campañas de vacunación, monitoreo de enfermedades crónicas, testeo rápido o educación sanitaria. Países como Chile, España y del Reino Unido han comprobado que este modelo contribuye a aligerar la carga hospitalaria y mejorar los indicadores de salud pública, al acercar servicios preventivos a la población. 

En el Perú, avanzar hacia este enfoque requiere fortalecer la supervisión, asegurar estándares de calidad y eliminar la informalidad, en lugar de añadir restricciones que limitan la operación de establecimientos ya regulados.  

En un país donde la demanda supera con frecuencia la oferta de servicios médicos, las farmacias podrían consolidarse como un aliado estratégico del sistema de salud. Son el primer punto de contacto para millones de peruanos, facilitan la educación sanitaria, promueven el uso responsable de los medicamentos y contribuyen a la prevención de riesgos. Su fortalecimiento no solo es deseable: es esencial para construir un sistema de salud más eficiente, accesible y seguro para toda la población. 

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