Uno de los grandes misterios que enfrenta la humanidad es la cuestión de cómo percibimos nuestro entorno. Por ejemplo, cómo los ojos detectan la luz, cómo las ondas sonoras afectan nuestro oído interno y cómo los diferentes compuestos químicos interactúan con los receptores en nuestra nariz y boca generando el olfato y el gusto. Nuestra capacidad para sentir el calor, el frío y el tacto es esencial para la supervivencia y sustenta nuestra interacción con el mundo que nos rodea. En nuestra vida diaria damos por sentadas estas sensaciones, pero ¿cómo se inician los impulsos nerviosos para que se puedan percibir la temperatura y la presión? Esta cuestión ha sido resuelta por los premios Nobel de este año: los biólogos estadounidenses David Julius y Ardem Patapoutian.
Sus descubrimientos “han explicado cómo el calor, el frío y el tacto pueden iniciar señales en nuestro sistema nervioso. Los canales iónicos identificados son importantes para muchos procesos fisiológicos y enfermedades”, destacaron los organizadores.
Julius descubrió que el receptor de la capsaicina, la molécula responsable del picor/ardor de las guindillas y los chiles, es también un receptor de temperatura, responsable de generar los impulsos eléctricos que denominamos 'calor'. "Él mismo ha reconocido que probablemente haya más receptores implicados, pero fue el primero (en colaboración con Patapoutian) en describir, a nivel molecular, cómo se transforma un cambio físico como la temperatura en una señal eléctrica con información para nuestro cerebro", explicó en Twitter el doctor Pablo Tristán Ramos, bioquímico en la asociación Hablando de Ciencia.
Patapoutian se centró en el estudio del tacto. Describieron por primera vez un receptor que se activaba al notar una presión mecánica en sus cercanías, de nuevo transformando un cambio físico en información eléctrica. "Pensad en la importancia que tiene para nosotros ser capaces de detectar cambios de presión. No sólo en el exterior, sino también en el interior de nuestro cuerpo: nos permite responder ante cambios, por ejemplo, en la presión sanguínea. O en la de la vejiga urinaria. Estos receptores también están involucrados en una función crucial para nuestra supervivencia: la percepción del dolor. ¿Te imaginas lo peligroso que sería no sentir una presión muy alta o una temperatura extrema?", mencionó Tristán.
Los organizadores agregan que los descubrimientos pioneros de los canales TRPV1, TRPM8 y Piezo de los premios Nobel de este año nos han permitido comprender cómo el calor, el frío y la fuerza mecánica pueden iniciar los impulsos nerviosos que nos permiten percibir y adaptarnos al mundo que nos rodea. Los canales TRP son fundamentales para nuestra capacidad de percibir la temperatura. El canal Piezo2 nos dota del sentido del tacto y la capacidad de sentir la posición y el movimiento de las partes de nuestro cuerpo. Los canales TRP y Piezo también contribuyen a numerosas funciones fisiológicas adicionales que dependen de la detección de temperatura o estímulos mecánicos.
"La intensa investigación en curso que se originó a partir de los descubrimientos galardonados con el Premio Nobel de este año se centra en dilucidar sus funciones en una variedad de procesos fisiológicos. Este conocimiento se está utilizando para desarrollar tratamientos para una amplia gama de enfermedades", mencionaron.











