El neurocientífico Paul MacLean tiene una teoría que es oportuna recordar: el cerebro triuno. Él dice que tenemos tres cerebros trabajando en simultáneo: el reptiliano, el más pequeñito y la parte del instinto; el neocórtex, la parte lógica; y el límbico, que es el emocional y el más grande. "Si vamos de porcentajes somos más animales emocionales que racionales, por eso nos cuesta tanto pensar o controlarnos en situaciones tensas. Si es así, ¿por qué no trabajar las emociones? ¿Por qué no darles el valor que merecen?", dice Vanessa Zambrano, psicóloga orientada al desarrollo emocional. Conversamos con ella para entender cómo la salud mental afecta a la sociedad en estas elecciones.
¿Este nivel de tensión por las elecciones es peor por la pandemia?
El contexto pandémico es un detalle muy importante. Somos un país que ha tenido cuarentenas bien prolongada y toques de queda. No solo nos afectan los dos candidatos que llegaron a las últimas instancias por nuestras propias decisiones, sino esta sensación de pandemia, que tiene muy alterados nuestros nervios. El nivel de estrés y de angustia que estamos viviendo por el mismo encierro ya es preocupante como para encima agregarle las discusiones políticas.
¿Se puede discutir de política sanamente?
Implica tener dos grandes habilidades emocionales desarrolladas: saber escuchar y tener tolerancia para la diferencia. Si no se tienen estas habilidades, que se esperan sobre todo cuando hablamos con personas que queremos o dentro de la dinámica familiar, es mejor no entrar en conversación. Si no estás preparado para escuchar algo que no te gusta o por qué el otro piensa distinto y simplemente quieres juzgar, entonces el daño será mayor.
"Tenemos una sociedad dura, agresiva, alejada de los derechos humanos y de los valores, cada vez más individualista, aislada e impositiva. Y nadie hace nada".
Pareciera que las elecciones han sacado lo peor de nosotros…
Creo que las elecciones son una máscara de la situación real de nuestra sociedad. Son solo un pretexto, pero lo que sucede realmente es que estamos construyendo una sociedad psicopática, es decir, egoísta, individualista, poco empática.
¿Por qué está pasando esto?
Yo veo que estamos totalmente desconectados de nuestros afectos, cada vez tenemos menos vínculo con la familia. La educación y el nivel de cultura comienzan ahí, compartiendo entre padres e hijos. Esto implica "modelo" porque replicamos la conducta de nuestros padres y "modelamiento" porque son ellos los que nos regulan. Pero el ritmo de vida, el trabajo y el nivel tecnológico nos alejan cada vez más y eso nos hace menos empáticos y menos tolerantes. Uno solo se concentra sí mismo.
Además, la salud mental está olvidada en este país.
Totalmente, y las redes de soporte son necesarias. No solo hay que darle poder a la salud mental, sino normalizar el pedir apoyo. Eso va de la mano con recobrar a la familia, recobrar espacios en lo que podamos sentirnos reconocidos y cuidados. Esto nos lleva a sostener también todos los temas que hoy nos duelen como el machismo, la xenofobia, la homofobia, el clasismo o el racismo. Los grandes dolores de la humanidad están en lo que nadie trabaja: en cómo gestionar tu rabia, tristeza, frustración y una larga lista de emociones que modifican nuestra conducta.
¿Y cómo influye esto en la sociedad?
Lo estamos viendo. Estas elecciones demuestran el verdadero caldo de cultivo que viene siendo nuestra sociedad. Tenemos una sociedad dura, agresiva, alejada de los derechos humanos y de los valores, cada vez más individualista, aislada e impositiva. Esto lleva a que en redes sociales aparezcan términos tan violentos y poco empáticos, por ejemplo, relacionados al clasismo o el machismo. Y nadie hace nada.
"Es un deber de todos los gobiernos incentivar el cuidado mental, no solo físico. La fuerza física debe estar alineada a nuestras emociones porque esa fuerza física la puedes usar para construir o para destruir".
¿Debe ser la salud mental una prioridad del gobierno?
Es un deber de todos los gobiernos incentivar el cuidado mental, no solo físico. La fuerza física debe estar alineada a nuestras emociones porque esa fuerza física la puedes usar para construir o para destruir. Apostar por la salud mental es apostar por nuestro interior, trabajar en lo que tenemos adentro para construir algo bonito afuera. Pero nadie da lo que no tiene, uno no puede solucionar lo que no ve o hablar de lo que no conoce. La salud mental es necesaria para construir sociedades sanas.
¿Cómo empezar y llegar a más personas?
Siempre he pensado que es necesario un curso de emociones a lo largo de nuestra vida, que sea tan importante como las matemáticas. Emociones 1, emociones 2, inteligencia emocional, inteligencia interpersonal. Además, que se repita en la universidad y que se vuelva a repetir como factor clave en los grupos de trabajo. Debemos aprender a exponer, reconocer y normalizar nuestras emociones, eso nos va a permitir evaluarnos, reconocernos, reconectarnos y respetarnos.
¿Qué otras acciones serían claves?
Se pueden crear espacios. Dar más charlas a los padres, hijos y educadores. Se pueden hacer estudios a nivel transversal, identificar qué dolores a nivel emocional son los que más aparecen en nuestra sociedad, dar acceso a postas de manera gratuita donde se pueda obtener sostenimiento psicológico o psiquiátrico. Dar información de manera masiva. Esto va a tomar tiempo, no se puede hacer de la noche a la mañana, pero es importante hacer notar desde ya la urgencia de conectar con nosotros mismos.