Día Mundial de la Prevención del Suicidio: una mirada urgente a la adolescencia en el Perú

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Hoy que conmemoramos el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, es importante y necesario poner sobre la mesa un tema urgente: el Perú atraviesa una grave crisis en salud mental. Entre enero y marzo de este año, 642 peruanos intentaron terminar con su vida, según datos del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades. Más de la mitad de los casos se concentraron en jóvenes de 18 a 29 años. 

El panorama se hace más crítico si se consideran las muertes consumadas: solo en 2024, por ejemplo, se reportaron 745 suicidios, un 63% más que en 2023. Y solo hasta inicios de mayo de 2025, ya se contabilizaban 290 fallecimientos, superando los 207 del mismo periodo del año anterior. Dicho de otra manera: cada día entre dos y tres peruanos se suicidan. 

La adolescencia, en particular, es uno de los grupos más vulnerables. Datos del Minsa señalan que el 30% de los intentos de suicidio registrados entre 2020 y 2024 ocurrió en jóvenes de 15 a 19 años. Además, en 2023 más de un millón de menores de entre 6 y 17 años fueron atendidos por episodios depresivos, reflejando la magnitud del problema en una generación que crece entre incertidumbre, inseguridad y presiones sociales. 

Una etapa muy vulnerable 

En entrevista con A tu Salud, la psicóloga Andrea Bonilla comentó que la adolescencia representa una fase de especial vulnerabilidad. “Primero, por un tema de cambios biológicos. Estamos teniendo un cambio profundo en el desarrollo, los adolescentes están madurando. Hay un cambio también en la parte interna, que se relaciona a la búsqueda de su identidad, de la regulación emocional, de la toma de decisiones, los impulsos (…)”, reveló.  

La especialista también indicó que “a veces minimizamos diciendo: 'los problemas de los adolescentes no son tan grandes', pero en realidad son tantos los cambios que viven, la presión y hay muchos trastornos que también inician en esta etapa de nuestra vida, que es un punto importante tener en cuenta el riesgo de suicidio”. 

Bonilla recordó que el suicidio es la tercera causa de muerte en personas de entre 15 y 29 años, lo que confirma este preocupante panorama. Aunque el suicidio afecta en distintas etapas de la vida, en los adolescentes confluyen factores de identidad, presión académica, búsqueda de pertenencia y cambios hormonales que elevan el riesgo.  

Riesgos y señales de alerta 

En una publicación de la Universidad de Ciencias Aplicadas, la psicóloga Fiorella Ruiz, advirtió que la depresión -en Perú, alrededor del 80% de suicidios están relacionados a la depresión severa- no siempre se manifiesta únicamente con tristeza. Entre los síntomas de alerta mencionó también los problemas de sueño, pérdida del apetito y la incapacidad de disfrutar actividades antes placenteras. 

Por su parte, Bonilla manifestó que los factores de riesgo pueden ser internos, como un trastorno de salud mental, o externos, como la violencia familiar, el bullying u otros conflictos sociales. “Recordemos que no hay un solo factor que funcione de manera aislada, sino que estos interactúan entre sí, aumentando la probabilidad de vulnerabilidad emocional”, enfatizó. 

El peso de la soledad y el silencio 

Otro factor recurrente en adolescentes y jóvenes es la sensación de soledad. Ruiz manifestó que muchas personas acumulan por años experiencias dolorosas –acoso escolar, abandono o violencia familiar- sin poder expresarlas. Esta carga emocional puede transformarse en pensamientos suicidas si no se atiende a tiempo, 

Bonilla subrayó la importancia de no minimizar estas señales: “Muchas veces terminamos reduciendo la idea del suicidio diciendo 'si habla de suicidio es por llamar la atención' o ' si lo dice es porque no quiere hacerlo'. Y no es así. Más bien hablar de ello puede ser un método de prevención”. 

La escuela como espacio de cuidado 

En diálogo con Infobae, la doctora en psicología Nani Pease, autora de “Ser adolescente en el Perú”, consideró que las escuelas pueden ser un pilar en la prevención. Para ello, comentó que se debe fortalecer la tutoría, promover habilidades socioemocionales y ayudar a los estudiantes a construir un proyecto de vida con sentido. 

En esa línea, Bonilla también insistió en la necesidad de empezar temprano: “qué bonito sería que desde el colegio tuviéramos talleres de regulación emocional, sobre conocer nuestras emociones, pero que sean más allá de algo aislado y pequeño sino algo constante porque, finalmente, es algo con lo que vivimos (…) También se debería brindar un mayor acceso a un servicio de calidad y que no solamente sea un servicio psicológico en el que quizás me puedan decir lo básico o algo general. También se necesita hacer un trabajo más individualizado para ciertos casos que necesitan apoyo”.  

La creación de comunidades educativas que brinden contención y acompañamiento resulta clave para reducir el aislamiento y reforzar factores protectores como los vínculos familiares. 

Qué hacer desde el hogar y en comunidad 

La familia, la escuela y los pares cumplen un rol decisivo en la prevención del suicidio. Escuchar sin invalidar, acompañar en los momentos difíciles y facilitar el acceso a ayuda profesional es clave. 

“El hecho de no normalizar un malestar constante y poder brindar apoyo junto con especialistas es esencial. Informarse, romper mitos y estar presentes para los adolescentes puede marcar la diferencia”, sostuvo la psicóloga Bonilla. 

Asimismo, desde la salud pública, los especialistas coinciden en que es urgente fortalecer la red de centros comunitarios de salud mental, garantizar atención psicológica de calidad y oportuna y ampliar campañas de promoción que lleguen a más niñas, niños y adolescentes. 

Finalmente, cabe destacar que, ante una situación de crisis, no estamos solos. El Ministerio de Salud dispone de la línea gratuita 113, opción 5, para orientación en salud mental.  

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